miércoles, 22 de abril de 2015

Escaleras lectoras (II)

La víspera del Día del Libro de 2015 (o sea, ayer) dos escaleras del colegio acogieron una nueva posibilidad de ofrecer y plantear las “contraseñas poéticas”. Las fotos hablan por sí solas. La idea es recuperar los frontales de las escaleras (como ya se hace en otros muchos sitios) como espacios de la palabra. Ahora hay que ser ágiles en cambiar los mensajes con relativa rapidez para que no “se oxiden”. Se puede seguir con “contraseñas poéticas” o con listas de libros de una temática o de un autor o autora determinados; se puede hacer una lista de verbos (acciones)  que se refieran a alguna actividad que se esté realizando, hacer alguna sugerencia lectora, citas significativas, comienzos de libros, etc.


Será conveniente que se establezca quién debe estar al tanto del mantenimiento de las mismas: puede hacerlo una clase cada semana (y cambiar los mensajes una vez cada siete días); o se puede invitar a las madres que ornamentan o a algún grupo de maestros y maestras... Y también podemos variar la tipografía utilizada para que el resultado sea más atractivo y sorprendente; ilustrar un poco; utilizar diversos materiales de dibujo y pintura...


Si durante varios años mantuvimos la práctica de colgar carteles con el nombre de escritores, de poetas, realizados con letras capitulares o de carteles grandes donde se escribían poemas y conquistamos las paredes de los pasillos, ahora también “podemos tomar posesión” de las escaleras... A ver cómo evoluciona esta propuesta, materializada tal como podéis ver en las fotografías.

Y como estamos en el Día del Libro, añado este texto de Julio Cortázar, que tiene alguna relación con el post publicado:

Instrucciones para subir una escalera
[Instrucciones. Texto completo.]

Julio Cortázar

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
FIN


No hay comentarios:

Publicar un comentario