miércoles, 17 de abril de 2013

Dos libros grandes más...


Llamaron a la puerta y quienes querían entrar eran la clase completa de 4 años A, con su tutota –Ana Portolés- al frente. Venían todo contentos a entregar el libro grande colectivo que habían  hecho en su clase. El libro con el que, como las otras clases del centro, felicitan a la biblioteca por su 25 cumpleaños. Estos pequeños llegan con semblantes bien distintos: unos con los ojos bien abiertos, otros con cara de susto; los hay que traen una sonrisa que ilumina la mañana y quienes no acaban de llegar porque se entretienen por el corto camino de la puerta de clase a la mesa donde los recibimos...





Sobre la mesa pusimos el libro y, a medida que pasábamos las hojas nos lo iban explicando... Una foto de toda la clase con una carta, dedicada a la “querida biblioteca”; unas páginas con letras mayúsculas que les servían para escribir sus nombres y palabras que comenzaban por las letras dibujadas y coloreadas; la celebración del Día de la Paz y el dibujo de una paloma grande que contenía palabras y frases escritas por ellos; autorretratos en los que se dibujaban con el disfraz de carnaval; páginas en inglés... No lo vamos a explicar todo. Ya lo veréis cuando se haga la exposición en la última semana de mayo.






A las doce, ya en la biblioteca recibimos a un grupo de extraescolares, con la monitora Laura, que también decidieron sumarse a la fiesta. Vinieron todos los componentes del grupo y nos dieron un regalo envuelto en papel de idem y lleno de lacitos de colores. Lo abrimos y apareció un libro grande con el expresivo título de “Historias para no dormir”. Las letras del título estaban pintadas de un color rojo sanguinolento y de la portada colgaba un esqueleto articulado que aún daba más miedo. Ya os podéis imaginar el interior: un cuento tras otro, inventados en grupo que tratan de personajes y sucesos que quieren atemorizar al lector o a la lectora: zombis, ciborgs y otros inquietantes personajes son los protagonistas de sos cuentos para no dormir. El libro contiene dibujos muy bien hechos de quienes han colaborado en hacerlo; juegos de diferencias; otros de encontrar un objeto (al estilo de Wally). Hay que leerlo y luego, el que lo haga, que nos cuente si se le pusieron los pelos de punta o si lo leyó sin despeinarse. Cuando “se entere” la biblioteca va a  alucinar con estas incorporaciones, ¡seguro!

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