Artículo periodístico reseñando un libro...
El historiador Stuart A. P. Murray recorre la historia de las 'casas de libros' en un volumen que defiende su auge en tiempos de crisis
LORETO SÁNCHEZ SEOANE - Madrid
Actualizado: 19/01/2015
Lo único que sobrevivió a las más de 10 horas de
bombardeos por parte de los nazis fueron los muros de la biblioteca. Hollan
House (Londres) es atacada en 1940, los impactos la destruyeron casi por
completo y el fuego se encargó de rematar la faena. Los primeros curiosos se
adentraron entre las ruinas, la biblioteca seguía intacta,
sólo un par de ejemplares habían caído en la batalla.
Stuart A. P. Murray lleva años investigando sobre
cómo cientos de colecciones de libros
han sobrevivido a guerras, incendios, robos, censuras y
saqueos; además de analizar la evolución y el desarrollo de estos «hogares de
la cultura» que se empezaron a forjar hace más de 5.000 años con los primeros
escritos y que a día de hoy han adquirido una importancia superlativa en las sociedades
occidentales.
'Bibliotecas. Una historia ilustrada' (La Esfera de
los Libros) detalla cómo ha ido evolucionando la fabricación de los libros y
cómo, a medida que el coste de producción menguaba, su valor en la sociedad
caía en picado. "La tarea de los escribas
era tan ardua que escribían maldiciones a los posibles ladrones",
narra Murray en el libro. "Que sufra el dolor pidiendo en voz alta
clemencia y que no se le permita recuperarse de su agonía hasta que se
descomponga. Permítase a los gusanos de los libros que roan sus entrañas",
reza una de las más crueles. "Y ahora el extremo contrario. Hemos pasado a
infravalorar los libros y las bibliotecas aunque, desde hace unos años, vuelve
a cambiar la tendencia", asegura el autor.
"En Nueva York el número
de usuarios de 2008 creció un 13% respecto al año anterior, con un incremento
en los préstamos de cuatro millones. Es un fenómeno que se está produciendo a
nivel nacional. El uso de las bibliotecas crece por todas partes. Según iban
empeorando las cosas, comenzaron a llegar informes de que las bibliotecas
estaban teniendo más usuarios que nunca. Una circunstancia especialmente
curiosa si tenemos en cuenta que muchas de ellas fueron de las primeras
instituciones en sufrir en sus carnes importantes recortes de
presupuesto", asegura el escritor Nicholas A. Basbanes.
De esta forma, el autor recoge todos los tipos
de bibliotecas y cómo estas han conseguido perdurar en el tiempo.
Desde las primeras instituciones públicas que amarraban cada ejemplar con cadenas
para evitar que desaparecieran, a las móviles. Desde la biblioburros en
Latinoamérica a los bibliobuses en Toronto, cuya presencia va en aumento.
Murray no se olvida de las clásicas entre las que menciona con especial
importancia la Biblioteca Nacional de Madrid. "Desde su creación en 1711,
pasando por por la guerra de Sucesión hasta su reforma en el año 2000, la Biblioteca Nacional ha conseguido una colección de más de 15
millones de libros", asegura.
"Las bibliotecas nos recuerdan nuestra
humanidad, preservan nuestro legado como especie y nos proporcionan los
sillares intelectuales con los que construir el futuro", reza la
introducción de su libro, en el que hace especial enfásis en la necesaria
conservación de los escritos. "El renovado progreso económico y cultural
de Europa produjo hambre de libros y educación, así como de la sabiduría
antigua y el conocimiento contemporáneo que estos transmitían", afirma
antes de asegurar que en las épocas de necesidad lo primero de lo que se
deshacían era de los libros. "Durante la gran depresión norteamericana, muchos acudían a las
bibliotecas a venderlos. Esto fue duramente criticado por los
intelectuales, pero aumentó el valor de las colecciones".
De esta forma, 'Bibliotecas' hace un recorrido por la
historia de estas instituciones a través de su asimilación como "lugares
de culto", reflejando en su auge o decadencia la situación de la sociedad.
Llegando a la misma conclusión que Oliver Wendell: "Tras la siempre
abierta puerta, ninguna pica debe cercar un desmoronante trono, ningún lacayo
arrastrarse, ningún cortesano atender: ¡Este palacio pertenece al
pueblo!".
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