La
nieta descubre una caja de puros llena de cajas de cerillas y el abuelo le
anima a que tome una en sus manos y vea qué hay en el interior... Cada objeto
allí guardado tiene una historia detrás, que el abuelo le cuenta a su nieta; de
modo que en una caja de puros está guardada una vida por capítulos. Un vida que
no está escrita, se necesita un narrador que cuente por qué guardó un hueso de
aceituna o unas pipas, o una chapa, una plumilla, un diente... Las ilustraciones
son fascinantes, de un realismo extraordinario y con esa patina que no darían
ni las fotografías, si quisiéramos sustituir los dibujos por fotos...
Un
encuentro intergeneracional; un diálogo en el que los objetos guardados hacen
de disparadores de los recuerdos y generadores de las historias que el abuelo
almacena en su memoria y cuenta a su nieta embelesada.
Un
libro, sin duda, con mucha posibilidades de estimular la expresión oral y
compartir recuerdos, en el aula, en la biblioteca y en el hogar. Un libro que
no debería faltar en “La maleta familiar” y, desde luego, tampoco
debería de faltar en la casa de un coleccionista, aunque no guarde cajas de
cerillas.
Ficha
del libro:
“El diario de las cajas de fósforos”
Autor:
Paul Fleischman
Ilustrador:
Bagram Ibatoulline
Editorial
Juventud - Barcelona, 2014
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