La
magia de las bibliotecas


Como es habitual en las
bibliotecas antiguas, las tablillas de Ebla habían sido colocadas en
estanterías pegadas a los muros. Cuando los ejércitos invasores de Ebla las
quemaron, o se degradaron con el paso del tiempo, las estanterías se hundieron
por el peso de las tablillas. Según uno de sus excavadores, las tablillas “cayeron una sobre otra en montones
horizontales, como cartas de una baraja”. Así es como las encontraron.
Muchas de las tablillas de
Ebla estaban escritas en un dialecto desconocido hasta entonces, llamado semita
noroccidental, o “cananeo antiguo” (también conocido como “eblaíta”). Otras
estaban escritas en sumerio, una lengua muy estudiada y bien comprendida por
los arqueólogos. Entre los documentos había tablillas con glosarios que
entremezclaban palabras de ambas lenguas, lo cual permitió la traducción del
eblaíta.
Las tablillas de Ebla
documentaban la vida económica y cultural de los doscientos cincuenta mil
habitantes de la ciudad, que mantenían relaciones comerciales con gentes de
otras ochenta poblaciones diferentes. Una de las salas de la biblioteca
contenía listas de bebidas y comida, aparentemente las cuentas de los mensajeros
oficiales y los funcionarios del Estado. Otras tablillas trataban del comercio
textil, el principal de los negocios de Ebla, mientras que otras muchas lo
hacían sobre impuestos. Algunas tablillas contenían leyendas, himnos,
encantamientos mágicos, así como datos y observaciones de carácter científico,
incluidos textos sobre zoología y mineralogía. Las tablillas de Ebla también
contienen las primeras referencias a la ciudad de Jerusalén.”
(Páginas 29-30 del libro “Bibliotecas. Una historia
ilustrada”, de Stuart A.P. Murray)
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